miércoles, 9 de julio de 2008

hoy pienso y siento en castellano

será porque ayer estuve con J, y porque no puedo quitarme de la cabeza que, en cualquier momento, me dirá que se ha enamorado de otra. Ayer, cuando estábamos sentados en su sofá, volví a sentir miedo, esperaba oír esas palabras que volverían a romperme. Había conseguido esquivar el miedo, pero veo que reaparece. No sé cuánto tiempo va a tener que durar más esta tortura. Si no puedo estar con él, quiero estar sin él pero sintiéndome feliz, activa, apasionada, intensa de nuevo. Lucho contra el sentimiento de dependencia. Y ha llegado un momento en que no sé si es dependencia, cabezonaría o todavía amor. Sea lo que sea, todavía me liga a él. Y es que en el fondo no quiero sentirme desligada, y esto no es bueno. Ni siquiera sé qué siento cuando estoy con él, sólo sé que al despedirme siento tristeza. Ya no es ni deseo, ni amor, ... No sé, sigo pensando que es la persona que mejor responde a lo que busco en una pareja. Claro que hay cosas que no me gustan, pero lo esencial, lo que yo realmente valoro, sí lo tiene. Pero tampoco estoy convencida que si volviéramos las cosas irían bien. Fue tal el fracaso de nuestro segundo intento -se repitieron situaciones y comportamientos que no me gustaban ya en su momento- que realmente pienso que tampoco ahora funcionaría. "Quizás en unos años". Y de qué coño me sirve a mí que pueda volver junto a él si no puede ser ahora? Tengo que pasar el mal trago de saberlo enamorado de otra? ¿de tener otra relación que vaya a fracasar? No, no me siento muy satisfecha. Y ni siquiera quiero estar con otro; ni sé si quiero estar con él. Sí, la verdad es que no sé lo que quiero. Quiero emoción e intensidad, pero sí es cierto que no a cualquier precio. Quizás es que estoy dejando que el miedo vuelva a invadirme. Así que mi lucha de nuevo contra ese gran monstruo. Acabaré con él para siempre. Lo aniquilaré. Será tal la destrucción que me volveré absolutamente temeraria y conseguiré hacer cosas jamás pensadas. Quizás debería empezar por ahí. Mirar de frente la piscina y zambullirme. Y no salir de ella hasta que la haya recorrido entera, hasta que conozca cada uno de sus pequeñitos azulejos azules.

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